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¿Cuál es el pueblo más bonito de Inglaterra?

Hugo Verduzco
Hugo Verduzco
2025-11-02 23:26:06
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La más acertada definición de paraje de cuento de hadas la encontramos en un pliegue de la campiña inglesa, allí donde se dice adiós a la vorágine que domina los centros urbanos para entrar los Costwolds, un universo de colinas ondulantes, frondosos prados e idílicos pueblos trazados en piedra. Se llama Bibury y es una delicia agraciada con un privilegiado entorno natural y un estupendo entramado pétreo, tan homogéneo que proporciona al conjunto un aspecto sobrenatural. Unos 150 kilómetros separan la capital de esta región que floreció al calor del comercio de la lana entre los siglos XIII y XV. En los Costwolds, a los que muchos han bautizado como la Toscana de Gran Bretaña, las coquetas localidades se mantienen ajenas al paso del tiempo, sin más preocupación estética que la de, como una señora elegante, dejarse envejecer con dignidad y elegancia. Eso es lo que hace Bibury y en eso, precisamente, reside todo su encanto: en el arte de conservar las arrugas sin renunciar a la belleza. Todas ellas inmersas en un territorio salpicado de colinas calizas, casas de campo y senderos que conducen a pintorescos salones de té o auténticos pubs que condensan el sabor y la esencia británica. Pero ocurre, además, que en Bibury se rodaron algunas escenas de la aclamada película El Diario de Bridget Jones, lo cual fue todo un descubrimiento para situarlo en el mapa. Muchas son las jóvenes que conocen este pequeño pueblo gracias a las andanzas del divertido personaje encarnado por Renée Zellweger. Sigamos o no su pista, hay que perderse sin rumbo por sus recoletas callejuelas hasta dar con la iglesia de St Mary's. También hay que recorrer The Square, la fotogénica plaza rodeada de los clásicos cottages de la campiña. Y hay que acercarse al molino de Arlington y al histórico puente sobre el río Coln, que es un el afluente del Támesis. Porque si Bibury es magnífico en cualquier época del año, en la estación florida alcanza su mayor apogeo. Es entonces cuando la naturaleza se enciende en mil colores que contrastan con los tonos miel de esa piedra que conforma las viejas casonas, muchas de las cuales están estranguladas por la hiedra. Arlington Row es esa postal que uno sueña capturar desde su propia ventana, imaginando relatos de otros tiempos donde la prisa no tiene razón de ser. O donde uno se traslada a una atmósfera en la que la vida se parece mucho a las novelas de Jane Austen o a la serie cinematográfica de Downton Abbey.