La flora bacteriana humana normal está compuesta por aquellos microorganismos que residen permanentemente en las diferentes partes del cuerpo de un individuo cualquiera. 
La flora bacteriana normal puede cambiar –dentro de ciertos límites– con la edad, el sexo, la nutrición y otros factores fisiológicos. 
Los miembros de la flora normal presentan usualmente una baja virulencia cuando permanecen en sus sitios habituales de colonización anatómica, pero si son arrastrados a otros sitios o la persona está inmunodeprimida, sí pueden producir infecciones, o sea, enfermedad. 
La flora normal es necesaria al huésped, entre otras razones porque produce resistencia a la colonización por bacterias patógenas. 
La eliminación farmacológica de la flora normal, como sucede en los tratamientos antibióticos prolongados, produce colonizaciones no deseadas, síntomas clínicos y enfermedad. 
La flora normal está conformada por diversas bacterias y algunos hongos. 
Los virus, protozoarios y helmintos no se consideran parte de la flora normal. 
La flora bacteriana normal puede cambiar –dentro de ciertos límites– con la edad, el sexo, la nutrición y otros factores fisiológicos. 
Este mecanismo –la resistencia a la colonización patogénica– se debe a diversos factores: competición nutritiva, rasgos genéticos, pH tisular, etc. 
Las zonas del cuerpo donde residen habitualmente estos microorganismos se consideran nichos ecológicos.