Un grupo internacional de investigadores ha recopilado datos sobre la tasa de envejecimiento de los anfibios y reptiles no avianos, estudiando 77 especies en todo el mundo. 
El envejecimiento ha sido ampliamente estudiado, especialmente en el ser humano, y también en mamíferos y en aves. 
La tasa de envejecimiento de estos animales es relativamente fácil de predecir, conociendo los datos de filogenia, es decir, su ascendencia evolutiva y su tamaño corporal. 
Es cierto que conocemos casos de animales de sangre fría muy longevos, como Jonathan, un macho de tortuga gigante de Seychelles, llevado a la isla de Santa Elena en el año 1882, con 50 años de edad. 
Hoy sigue vivo y ostenta el título del vertebrado vivo conocido más longevo del mundo, con 190 años de edad. 
La mayor parte de los datos disponibles sobre la longevidad de estos animales se basa en evidencias anecdóticas y en muchos casos, obtenidas de animales en cautividad, que suelen vivir más años. 
Encontrar información científica más rigurosa y bien cohesionada sobre el envejecimiento de reptiles no avianos y de anfibios era, hasta ahora, una tarea muy compleja. 
Un estudio para analizarlos a todos Este fue el problema de partida que motivó a un grupo de 114 investigadores de todo el mundo a realizar una investigación masiva, sobre un total de 107 poblaciones de 77 especies distintas de anfibios y reptiles no avianos, y cuyos resultados han sido publicados recientemente en la prestigiosa revista Science. 
La variación de la tasa de envejecimiento Incluso teniendo en cuenta esas variables de filogenia y tamaño, los investigadores encontraron que los animales ectotermos —de sangre fría, cuya temperatura corporal depende de la temperatura del ambiente— tienen mucha mayor variación en la tasa de envejecimiento que los endotermos —de sangre caliente capaces de regular su propia temperatura: aves y mamíferos—. 
Respecto a la longevidad, calculada en función de la edad a la que muere el 95 % de los individuos reproductores, entre los animales de sangre fría encontraron animales que viven menos de un año, y otros que pueden alcanzar hasta 137 años. 
Entre los resultados directos del estudio, descubrieron que las tortugas, los cocodrilos, las salamandras y los tuátaras tienen una tasa de envejecimiento muy baja en relación con su tamaño; aunque hay reptiles y anfibios que envejecen extraordinariamente rápido. 
Una de las hipótesis anteriores a la realización de este estudio es que la tasa de envejecimiento en ectotermos estaba directamente relacionada con la tasa metabólica; a metabolismo más lento, mayor longevidad. 
Este estudio descarta esta hipótesis y revela que las tasas de envejecimiento, en los animales ectotermos, disminuyen en aquellas especies con ritmo de vida más lento.