China ha finalizado una campaña de 46 años para rodear de árboles su mayor desierto, como parte de los esfuerzos nacionales para acabar con la desertización y frenar las tormentas de arena que asolan partes del país durante la primavera, informaron medios estatales a finales de noviembre.
Un "cinturón verde" de unos 3.000 km alrededor del Taklamakan se completó en la región noroccidental de Xinjiang, después de que los trabajadores plantaran los últimos 100 metros de árboles en el borde sur del desierto, dijo el Diario del Pueblo, dirigido por el Partido Comunista.
La plantación de árboles en el árido noroeste ha contribuido a que la cobertura forestal total de China superara el 25 % a finales del año pasado, frente al 10 % de 1949.
La cobertura forestal solo en Xinjiang ha pasado del 1 % al 5 % en los últimos 40 años, según el Diario del Pueblo.
China seguirá plantando vegetación y árboles a lo largo de la orilla del Taklamakan para controlar la desertización, declaró el lunes Zhu Lidong, funcionario forestal de Xinjiang.
A pesar de los esfuerzos de China por plantar árboles, el 26,8 % de su superficie total sigue estando clasificada como "desertificada", según datos oficiales de la oficina forestal.
Las tormentas de arena primaverales del desierto de Taklamakan y el Gobi no solo afectaron a China y la península de Corea, sino que sus partículas fueron detectadas al otro lado del Pacífico, en Norteamérica.
Un reciente informe de las Naciones Unidas señala que la desertificación representa una "amenaza existencial global".
La transformación de tierras fértiles en desiertos áridos, causada tanto por factores naturales como por actividades humanas como la agricultura insostenible y la deforestación, no solo afectará severamente a China, sino que también amenaza a regiones inesperadas.
Países europeos como Portugal, España, Italia y Grecia podrían ver algunas de sus zonas semiáridas convertidas en desiertos durante este siglo.
"Sin esfuerzos coordinados, miles de millones de personas enfrentarán un futuro marcado por el hambre, el desplazamiento y el declive económico", advierte Nichole Barger, presidenta del Panel Científico-Político de la Convención de la ONU para Combatir la Desertificación.