Según un informe de las Naciones Unidas, la desertificación lleva años acelerándose en todo el mundo. En total, la Tierra ha perdido un tercio de su tierra cultivable. Y uno de los países más afectados es China, ya que el 27,4% de su superficie es desierto, afectando a 400 millones de personas. Para solucionarlo, ha emprendido el proyecto de reforestación más grande del mundo. Cada año las tormentas de arena se comen 2.300 kilómetros cuadrados de tierras agrícolas en el país asiático. El Gobierno chino se muestra muy optimista con los resultados de este proceso a largo plazo, afirmando que hasta el momento se han estabilizado miles de dunas en movimiento y la frecuencia de las tormentas de arena en todo el país se redujo en una quinta parte entre 2009 y 2014. La inversión en reforestación rondó los 70.000 millones de euros en los cinco primeros años de la década de 2010, según el informe Green is Gold, de Naciones Unidas. Sin embargo, algunos expertos creen que esta iniciativa, aunque tiene un buen propósito, no está funcionando correctamente. Jennifer L. Turner, directora del Foro Ambiental de China en el Centro Woodrow Wilson señala que la gente "está plantando muchos árboles para frenar la desertificación, pero luego nadie se preocupa realmente de ellos y mueren".