La cerámica más antigua encontrada en de Canarias, con una decoración básica y muy rudimentaria, se cree que llegó a las islas por parte de los primeros pobladores venidos del Norte del Sáhara.
El arte en la cerámica es casi inexistente en islas occidentales.
Tenía un carácter limpio y tosco, sin importantes influencias exteriores y estaba más ligado a la creación de utensilios para responder a necesidades domésticas que a una función estética.
En algunas islas como Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria o La Palma, el tratamiento de la cerámica evolucionó mucho más debido a los contactos que se produjeron con otras civilizaciones y a la relativa prontitud del proceso de Conquista.
La mayoría de estos utensilios estaban elaborados con arcillas que provenían de los suelos volcánicos.
La técnica fundamental con la que se elaboraba la cerámica perdura hoy en día en algunos pueblos bereberes del norte de áfrica.
Recibe el nombre de urdido y tiene que ver con el levantamiento de las paredes del recipiente con cordones o cilindros de barro, a partir de un fondo plano y circular.
El oficio, según fuentes contrastadas, estaba destinado a la mujer guanche, que decoraba las vasijas con sencillas herramientas como callaos de mar, trozos de madera, punzones o piezas de hueso.
En algunas islas, se ornamentaban también con diversos motivos geométricos hechos con pintura roja, negra y/o blanca.
La cerámica aborigen de Gran Canaria tiene muchas singularidades con respecto a la de otras islas del Archipiélago.
Cuenta con una variada tipología de formas, una extraordinaria riqueza plástica, así como una decoración pintada que combina múltiples elementos geométricos.