La gran cantidad de estas aves en pueblos y ciudades no solo es fuente de suciedad en las calles —al invadirlas los excrementos de las palomas, propiciando incluso caídas por resbalones—, sino también de un grave deterioro de los monumentos, edificios históricos y estatuas.
Este daño no es únicamente visual, sino también estructural, ya que las heces son muy agresivas y corrosivas sobre piedras y otros materiales, y provocan obstrucción de desagües, sin contar con el movimiento de tejas por la actividad de las aves.
Pero además, las palomas pueden transmitir al ser humano una serie de parásitos (principalmente ácaros), hongos y bacterias, por lo que la plaga se convierte automáticamente en un problema de salud, especialmente para ancianos, niños y personas con un sistema inmune debilitado.
Hay ciudades como Valencia, en las que se ha estimado una población de palomas cercana a las 40.000 aves, por lo que el Ayuntamiento ha destinado más de 200.000 euros a su control.
En Extremadura, el problema empieza a ser notorio, especialmente en las ciudades más importantes, que además cuentan con un rico patrimonio arqueológico, histórico y artístico, como Cáceres, Plasencia, Badajoz o Mérida.
FONDENEX considera que es necesaria una actuación contundente por parte de los ayuntamientos y los organismos responsables de la conservación de monumentos.
O se actúa ya, o el problema puede llegar a ser irresoluble.
No hay un único método para acabar con lo que ahora se ha convertido en una plaga y reconducirla a una población normal de la especie, como era hasta hace unos años.
Pero FONDENEX opina que hay que utilizar todos los métodos autorizados y que han demostrado su eficacia en distintas ciudades y pueblos, no solo de España, sino también de otros países: Acabar con los palomares “clandestinos”, realizando un censo de los mismos y sellando las entradas.
Esta actuación es fundamental.
Prohibir, mediante una norma legal municipal y/o del Gobierno de la Comunidad Autónoma, la alimentación de las palomas en plazas y parques, ya que no solo sustenta la plaga, sino que también atrae a hormigas, cucarachas y ratas.
Realizar capturas selectivas mediante jaulas especiales e incluso grandes redes disparadas con cañones, en espacios abiertos previamente cebados con maíz, trigo, etc.
Utilizar anticonceptivos para palomas, como la nicarbazina, que impide que las puestas se desarrollen correctamente.
Este producto puede reducir la población hasta en un 80 % en un periodo de cuatro o cinco años.
Es totalmente inocuo para las palomas, otras especies y el ser humano, y su efecto es reversible: cuando las palomas dejan de ingerirlo, vuelven a reproducirse con normalidad.
Aplicar medidas disuasorias, como el empleo de aves de cetrería —que han demostrado gran eficacia—, y dispositivos acústicos.
La actuación contra esta plaga es ya urgente, según FONDENEX.
Las distintas administraciones no pueden seguir mirando al cielo sin hacer nada, porque tarde o temprano… algo les puede caer de ese cielo… y es corrosivo.