La Comisión Europea espera elevar la cifra de producción ecológica hasta el 25 %.
Los objetivos de la agricultura ecológica son:
El uso responsable de la energía y los recursos naturales.
El mantenimiento de la biodiversidad y el bienestar animal.
La conservación de los equilibrios ecológicos regionales.
La mejora de la fertilidad del suelo y de la calidad del agua.
Para Howard, la conservación de la fertilidad del suelo es la primera condición de todo sistema permanente de agricultura y, además, este forma un todo indivisible con la salud de las plantas, los animales y el ser humano.
Entre las principales ventajas de la agricultura ecológica cabe destacar:
La producción de alimentos más saludables y nutritivos, además de más sabrosos.
El rendimiento aumenta, en concreto, según Greenpeace, puede producir alrededor del 30 % más de alimentos por hectárea que la agricultura convencional.
La biodiversidad mejora.
De acuerdo a la UE, los campos ecológicos tienen alrededor de un 30 % más, lo que aumenta la resistencia de los cultivos al cambio climático.
Se reduce el número de plagas a través de medios naturales, por ejemplo, introduciendo insectos beneficiosos y pájaros que se alimentan de esas plagas.
Al ahorrar en productos químicos, los agricultores ecológicos obtienen más ingresos que contribuyen a desarrollar la economía de las zonas rurales.
No contamina ni el suelo ni el agua y consume menos energía que la agricultura convencional, lo que beneficia al medio ambiente.
Las críticas a la agricultura ecológica giran en torno a una supuesta incapacidad para alimentar por sí sola a la creciente población mundial, aunque no hay estudios concluyentes al respecto.
Otra crítica, esta sí respaldada por datos, es que los productos ecológicos son más caros para el consumidor, resultando menos accesibles para los sectores de la población con menos ingresos.