Pinturas rupestres guanches

The Guanches arrived on the archipelago during the first millennium BC from the African mainland, sharing genetic traits similar to ancient Berber peoples of the African mainland. The Guanches were the only native people known to have lived in the Macaronesian archipelago region before the arrival of Europeans, but after the Spanish conquest of the Canaries in AD 1400 were mainly wiped out through acts of genocide. One of the earliest accounts of the Guanches dates from around AD 1150 by the Arab geographer Muhammad al-Idrisi in the Nuzhatul Mushtaq, a book he wrote for King Roger II of Sicily, in which al-Idrisi reports a journey in the Atlantic Ocean made by the Mugharrarin (“the adventurers”), a family of Andalusian seafarers from Lisbon. The text describes “a village whose inhabitants were often fair haired with long and flaxen hair and the women of a rare beauty”, with Al-Idrisi also describing the Guanches men as “tall and of a reddish-brown complexion”. As part of a new study led by archaeologist Nuria Álvarez, researchers have located Guanches caves in the municipalities of San Cristóbal de La Laguna, El Rosario and Los Realejos on Tenerife. The caves are located in inaccessible ravines, cliffs or crags and are relatively intact, revealing new insights into the habitation of the caves and the ritual burial practices of the Guanches. Previous archaeological research of the Cave of the Guanches in Icod de los Vinos has placed Guanche occupation in the region to around the 6th century BC, according to an analysis of ceramics, bone awls, bone remains of caprids, shells of marine mollusks and a human lower jaw found in situ.

Los grabados rupestres constituyen uno de los elementos culturales más sugerentes de la arqueología de Canarias. Son manifestaciones localizadas al aire libre que, por ser vulnerables a la acción destructiva del tiempo, los agentes atmosféricos y el vandalismo, han merecido el máximo reconocimiento en cuanto a su grado de protección patrimonial. Con la proyección queremos destacar la estrecha relación que guardan los grabados rupestres con los paisajes donde se encuentran. Elevaciones o accidentes destacados, afloramientos prominentes con cierto aislamiento espacial, interfluvios, degolladas, puntos de aprovisionamiento de recursos…, son algunos de los lugares elegidos para ejecutar estos signos. Los signos alfabéticos tienen un enorme interés puesto que representan los contextos lingüístico-culturales existentes en las islas en relación al origen de sus primeros pobladores que nos hablan de un fuerte sustrato cultural bereber junto a otras influencias, aún no bien definidas, que apuntan a un origen centromediterráneo. Entre los motivos figurativos, destacan en diversas islas la representación de barcos en entornos desde los que se alcanza gran visibilidad costera. La representación de pies humanos, los denominados podomorfos, constituyen un tipo de manifestación que tiene su máximo exponente en Fuerteventura y Lanzarote. Otros signos antropomorfos, como figuras humanas y vulvas femeninas, han sido identificados en Tenerife y muy especialmente en Gran Canaria. Más difícil resulta la interpretación de los motivos geométricos que son los más extendidos por el archipiélago, siendo muy frecuentes en Tenerife, La Gomera, El Hierro y La Palma. Los signos lineales, cruciformes y reticulares, en cambio, son más abundantes en Tenerife. Algunos conjuntos o estaciones rupestres pueden estar relacionados con rituales colectivos.

La pintura rupestre de los antiguos canarios se manifiesta en cuevas pintadas. Sólo hay en Gran Canaria, y la mayoría se encuentran localizadas en el interior y cumbres de la Isla, algunas en sitios de difícil acceso. En concreto, se trata de un grupo de algo más de 70 cuevas. Lo más habitual es el uso de bandas anchas de color en las paredes, techo o zócalo, llegando a veces a revestir toda la superficie de la cueva. El proceso comenzaba con la preparación de las paredes: primero se debastaban los salientes, con el fin de unificar la superficie, y se sellaban las grietas. Después, se aplicaba una argamasa de tierra húmeda, que servía como base para la aplicación de la pintura. Los pigmentos se mezclaban con agua y se aplicaban con pinceles de pelo de animal o de fibra de junco. Casi nunca se mezclaron los pigmentos de un color con el del otro para obtener mezclas o matices.