La leyenda gira en torno a un desastre natural provocado por Guayota, el diablo del Teide, que amenazó al pueblo guanche en la isla de Tenerife. Cuenta la leyenda que un día la naturaleza se trastornó de tal manera que los guanches lo tomaron como el presagio de la llegada del diablo. Las nubes se agrupaban formando diferentes siluetas para luego disolverse en el azul del cielo, las aguas del océano producían un ruido ensordecedor, las lechuzas, animales nocturnos, volaban en pleno día dirigiéndose hacia el sol, el canto de los alimoches que sobrevolaban al volcán Echeyde resultaba inquietante y agónico. Pues bien, tras este desorden de los elementos llegó el diablo, Guayota, para raptar a Magec, el sol. Los guanches, desesperados y superados por la situación, recurrieron a su dios Achamán, invocándolo por sus diferentes nombres. Él acudió a la llamada del pueblo guanche y, tras descubrir que Guayota se había llevado a Magec al interior del volcán Echeyde, fue en su busca y allí comenzó su lucha. Achamán fue atacado por Guayota con lava, peñascos, nubes de polvo… pero, finalmente, Achamán le venció, liberó a Magec y el orden natural de los elementos fue restaurado.