Hay un rincón, en el corazón de Castilla-La Mancha, que está conquistando a quienes buscan combinar chapuzón, turismo rural y una buena dosis de belleza natural: La Playeta de Alcalá del Júcar. En el centro de uno de los pueblos más bonitos de España, rodeada de acantilados y casas excavadas en la roca, se encuentra esta joya inesperada: una playa fluvial de aguas tranquilas y cristalinas, moldeada por el paso del río Júcar. La llaman “La Playeta”, y no es para menos. Tiene orilla, vegetación, zonas de sombra y hasta una pequeña isla accesible. El río forma en esta zona una piscina natural de escasa profundidad, lo que la convierte en un lugar perfecto para ir con niños o simplemente relajarse sin sobresaltos. Además, las aguas están limpias y suelen mantenerse a una temperatura agradable incluso en pleno julio. Para quienes no se conforman con tomar el sol o darse un baño, en las inmediaciones es posible practicar actividades acuáticas como piragüismo, rafting o paddle surf, lo que convierte este enclave en un destino ideal para quienes disfrutan del turismo activo.