La Ley 7/1991, de 30 de abril, del Gobierno de Canarias, se aprobó con el objetivo de que, a través del empleo de estos símbolos “en actividades escolares, en el protocolo y del que hagan los ciudadanos y las empresas, sirvan para aproximar los valores naturales del Archipiélago a sus habitantes y conseguir, de este modo, un mayor respeto y cariño por los mismos y por el entorno”.
Gran parte de los problemas ambientales que padece la sociedad moderna radican en la actitud distante y ajena que mantienen las personas respecto de su entorno.
Los Gobiernos de las naciones se vienen esforzando en cambiar esta actitud a través de programas que pretenden educar y mentalizar a los ciudadanos sobre los problemas ambientales.
Sin embargo, en muchos casos, los cambios de actitud residen más en la seducción y sensibilización de las personas hacia algo determinado, que en procesos estrictamente racionales.
En concreto, se establece que los símbolos naturales para el conjunto del Archipiélago son el canario y la palmera canaria.
La gastronomía es claramente uno de los principales símbolos del Archipiélago, aunque no esté en ningún listado oficial, con quizás el plátano de Canarias y el gofio como máximos exponentes.
La cultura tiene otro papel destacado dentro de los símbolos que representan a las Islas: las romerías, el traje de mago, el timple o las isas y folías que tan claramente identifican a los canarios fuera y dentro del Archipiélago.
O las pintaderas canarias, uno de los elementos más singulares y reconocidos del patrimonio guanche.
Y esto es solo un pequeño ejemplo de las decenas que se podrían seguir enumerando y que forman parte de la historia y la sociedad canaria, o del paisaje tan característico que diferencia a cada una de las islas desde hace siglos.