Miguel de Unamuno durante su destierro dijo que Fuerteventura era un pedazo del Sáhara despedido en mitad del Atlántico.
Pues bien, en este trozo de tierra, la vida se abre paso entre paisajes desérticos, rocas, aloe veras, matorrales y arena, sobre todo, arena.
Las playas se van sucediendo a lo largo de 150 kilómetros, ofreciendo un catálogo de contrastes: algunas de arena blanca, fina, casi pura; otras, en cambio, negras como el tizón, exóticas, orgullosas de su origen volcánico.
Estas playas atraen a todo tipo de viajeros, desde los turistas que buscan bañarse en aguas cristalinas en mitad del Atlántico hasta los amantes del deporte como los windsrufistas y kitesurfistas que aprovechan los vientos que soplan en esta parte de la costa canaria para domar las olas y brincar sobre ellas, y es que en Fuerteventura se encuentran algunas de las mejores playas de las islas Canarias.
La península de Jandía, en el sur de Fuerteventura, alberga algunas de las playas más bellas de la isla como es la de Sotavento con fina arena dorada y aguas cristalinas.
Con casi cinco kilómetros de longitud, se caracteriza por el lago que se forma entre la orilla y la barra de arena.
La Playa se caracteriza por su arena formada por pequeñas algas calcáreas, conocidas como "rodolitos" o "palomitas de maíz".
A diferencia de la arena dorada común, estos rodolitos son restos de algas que, cuando mueren, se acumulan en la playa.
También se pueden encontrar fósiles en las piedras de la zona, lo que es inusual en las Islas Canarias.
El fenómeno más llamativo de esta playa es la acumulación de rodolitos, que tienen un lento crecimiento y se agrupan en la costa, creando un paisaje único de color blanco.
Lamentablemente, la playa se ha vuelto viral en las redes sociales, lo que ha llevado a un aumento en la extracción de rodolitos como recuerdos, lo que representa una amenaza para el entorno frágil de la playa.
Esta playa recóndita, situada en la península de Jandía, ofrece silencio, belleza, arena blanca y finísima y unas condiciones inmejorables para los surfistas.
Tiene una longitud de unos 500 metros, es de arena blanca mezclada con arena negra y piedras y goza de un fuerte oleaje a causa del viento que suele soplar fuerte en esta parte de la isla.
No obstante, a pocos kilómetros de El Cotillo, la Playa de los Charcos seduce a unos y a otros gracias a las formaciones naturales de roca que crean un paisaje de arena blanca y pequeñas lagunas a modo de piscinas, rompiendo la bravura del océano.
Allá por el Pleistoceno, ríos de lava comenzaron a ascender desde las cavidades interiores del oceáno y formaron lo que hoy conocemos como islote de lobos, denominado así por la presencia en varios momentos de la historia de lobos marinos.
Un terreno árido que cuenta con paisajes espectaculares y playas de ensueño.